miércoles, febrero 28, 2007

Próceres

El gobierno de El Salvador no pierde oportunidad para hacer llamados cívicos a la gente, enarbolando nuestros símbolos patrios con un afán notoriamente publicitario de sus “logros”. Actúan inteligentemente a sabiendas de que los guanacos poseen un alto espíritu de patriotismo. Esperen. ¿Los salvadoreños altamente patrióticos? Pues yo he presenciado numerosas veces en el Estadio Cuscatlán como la afición corea a todo pulmón El Salvador El Salvador El Salvador, después de haber ignorado o irrespetado el himno nacional, que por cierto algunos ni se lo saben.
Solo quien ha luchado por su país puede saber cómo amarlo, dije una vez, hace tiempo. Lo aman los que han dejado el pellejo por verlo mejor, los que aún estando lejos no dejan de luchar por verlo bien vestido, bien comido y alegre. Endomingado.
Yo no dudo que los compatriotas que hacen a un lado la simbología sacra de nuestro país no estén interesados por su mejora, que pasa por la mejora de todos, irremediablemente. Pero sucede que esos símbolos han sido vaciados de contenido y muchas veces solo son parte de la burocracia oficial. Lo bueno de la paz es que es asueto, dicen algunos. Lo bueno de la paz es que hay que construirla, dicen los menos.
No me cabe duda de que quienes irrespetan, ignoran o desdeñan nuestro himno desconocen las historias épicas de hombres y mujeres que murieron por nuestra libertad, una libertad que aún no conquistamos, por mucho que los traidores a la misma lo traten de hacer creer por todos los medios a la gente. No somos libres porque no conocemos nuestra historia, porque no somos dueños de nuestro destino, porque no decidimos cómo vivir. No lo seremos mientras los traidores dirijan El Salvador.
Hay una necesidad, dictada por la justicia, de replantear el civismo. A manera de broma he afirmado que uno de los requisitos para obtener el DUI debe ser haber leído a Salarrué. Y el que quiera pasaporte debe saber la historia de Monseñor Romero.
Propongo que se eleve a la categoría de próceres a los hombres y mujeres que han marcado la historia, ejemplos vivos de amor, sacrificio, lucha, consistencia, temple, coherencia, lucidez y entrega a nuestro pueblo. Ejemplos de ternura.
Así, podemos comenzar con esta lista: Salarrué, Anastasio Aquino, Feliciano Ama, Tomás Fidias Jiménez, Farabundo Martí, Lil Milagro Ramírez, Enrique Alvarez Córdova, Roque Dalton, Prudencia Ayala, Roberto Armijo, Monseñor Romero, Jon Cortina, Cayetano Carpio, Mélida Anaya Montes, Guillermo Ungo, Miguel Mármol, Claribel Alegría, Schafik Handal.
Estos hombres y mujeres no tienen aún el reconocimiento a su titánica tarea por construir un país de verdad, basado en la solidaridad, la justicia, el respeto y el amor. Pero no son ellos quienes necesitan el reconocimiento, somos nosotros, los que sobrevivimos en este país violento, los que urgimos de conocer sus historias, sus gestas, sus aportes, para darnos cuenta que somos una estirpe con un coraje y valentías antiquísimas, que llevamos en la sangre una herencia de dignidad que nos ha hecho permanecer erguidos hasta hoy.
Esas banderas, esos himnos, son los que no debemos seguir dejando en el olvido.