miércoles, febrero 28, 2007

La ayuda de los Estados Unidos

Se anuncia una nueva alianza de nuestro gobierno con los Estados Unidos en la “lucha” contra las maras. Es increíble cómo podemos inspirar tanto apoyo para reprimir a nuestros jóvenes y no somos dignos de recibir una ayuda adecuada para combatir el crimen gourmet, ese de los que, valiéndose de sus puestos de funcionarios públicos se hacen de jugosos dineros públicos en la feria de los contratos y las adquisiciones. Hace poco nos inscribimos con una página más en el desconcertante libro del absurdo, cuando las autoridades del Tribunal Supremo Electoral sorprendieron a todo el mundo con la compra de servicios sanitarios a más de 2 mil dólares cada unidad. ¿Cómo nos pueden ayudar los Estados Unidos para que eso ya no siga pasando? ¿Qué consistencia debe tener la mano que ataque esta corrupción? ¿Debe ser dura, blanda, duroblandita, ortopédica?
Casualmente he podido acercarme a dos institutos nacionales, el INFRAMEN y el Albert Camus, y me pude percatar del ambiente represivo que se ha instalado a la entrada de ambos institutos. Curiosamente, a ambos centros escolares se les atribuyen los «desórdenes» en las marchas organizadas por la aprobación de medio pasaje para los estudiantes en el transporte público. Pareciera que les están pasando la cuenta o quieren desbaratar todo tipo de organización estudiantil.
¿Por qué los Estados Unidos no nos ayudan llevando educación a los rincones más olvidados de nuestro territorio? ¿Por qué no propician un mercado que abarate los insumos escolares, tan exhorbitantemente caros de un año para otro? ¿Por qué no se cualifican las herramientas con las que cuenta el Estado, por suerte todavía, como son el Canal 10 y la Dirección de Publicaciones, para mencionar solo un par?
El Canal 10 posee todo el potencial para dar cobertura a una enorme masa de población estudiantil a través de programas educativos, culturales y de rescate de nuestra memoria histórica e identidad nacional. En esto se puede invertir para garantizar un futuro no tan desastroso como el que se cierne sobre nosotros. Si el Estado salvadoreño tiene la solvencia económica para soltarle sin chistar 4 millones de dólares a la viuda del señor García Prieto, cuyo crimen se ventila en organismos de derechos humanos internacionales, bien puede con semejante generosidad y civismo soltar algunos millones para modernizar el Canal 10.
Luego, la Dirección de Publicaciones, creada con el fin de dar a conocer lo más elevado de nuestra producción literaria nacional, puede reorientarse hacia esos caros fines. Podría imprimirse sin mucha dificultad considerables libros de texto a más bajo costo que los que campean en el mercado actualmente. Se debería hacer una revisión de nuestra bibliografía y reeditar a nuestros clásicos con tirajes que cubran por lo menos el espectro escolar. 50 mil ejemplares de «Luz negra», por ejemplo, otros 50 mil de «Cuentos de barro» o de «Las historias prohibidas del pulgarcito» parecen casi suficientes para proveer a cada centro escolar de una bibliografía básica y necesaria en la formación de nuestros muchachos. Tenemos por lo menos 100 títulos en nuestra historia literaria que pueden tratarse con este criterio. Y eso sin contar la promoción de nuevos autores, que también es responsabilidad del Estado publicar.
En esos planes de una buena Mano de Lectura, también puede contribuir el gobierno de los Estados Unidos, tan preocupado siempre por nuestro destino. De la misma manera que invirtió casi dos millones de dólares diarios en proveernos de armas en la pasada guerra civil, no es tan descabellado pensar que nos puedan enviar esos milloncetes para levantar la sabiduría de nuestro pueblo, que rápidamente aprende a hablar en inglés, a pesar de que nuestros amigos norteamericanos aún no acaban de comprender el español que hablamos en El Salvador.