miércoles, febrero 28, 2007

Justicia

La vida es básicamente injusta. De hecho, cuando una mujer insultantemente bella se casa, todo el planeta tiembla colapsado por los efectos de esta tremenda injusticia. En el fútbol es muy común ver ganar al equipo que hizo el peor partido pero anotó los goles. Obviamente no es el caso de la selección guanaca. Cada vez que los hermanos pelean, siempre hay padres, cabizbajos o no, que se ven forzados a inclinar balanzas y esas cosas que más o menos conocemos. La injusticia es una condición casi natural de la vida. Por eso resulta un poco cómico que el hombre, criatura hasta cierto punto rastrera, se erogue esas ocupaciones más cómodas para Dios, por ejemplo. Hasta nuestra mitología es un poco torcida en este aspecto. Doña Sihuehuet, víctima de una galanura y una voluptuosidad desbordantes y poco ocultables, se vio en la necesidad de entregar su mortal cuerpecito a más de algún vecinillo con buena labia, porque sus cositas no le faltaban, según cuentan, y nos dejó a nuestro memorable Yeysún intocablemente loco de rabia y celos ante la esperable traición. Pero, ¿cuál fue la salida de los dioses? Castigar a la noble y dadivosa chica con una su condena eterna, preludio de las cadenas perpetuas modernas, y dejarla enloqueciendo machos a la orilla de los ríos. Tomando en cuenta que desde antes de ser descubierta (en todo sentido) ya volvía locos a los hombres, ¿qué de justo hicieron los dioses? Pues, tornarla fea, como si ya no había suficiente maldad en el mundo. Y fealdad, además. ¿Y el pobre Cipitín? A comer ceniza y a andar chiribisqueando por causa de algo que ni siquiera logró entender del todo. ¿Y el príncipe? Pues loco, con sus tres cabezas, su idiotez sin fin y no sé cuántos amuletos más.
Los ejemplos para convencernos de que la injusticia es moneda de circulación diaria sobran. ¿Por qué Cristo padeció tanto siendo tan buena persona? ¿Por qué los pobres nunca tenemos oportunidad de que la ley nos atienda con rapidez y nos haga «justicia»? ¿Por qué el árbitro del juego El Salvador-México en el mundial México 70 le regaló cínica y perversamente el primer gol a los locales, descalabrando para siempre nuestras aspiraciones deportivas?
¿Por qué Roque Dalton fue traicionado por los que se vendían como redentores de la patria y terminaron viviendo en patria ajena? ¿Por qué la gente le grita «ladrón» a Roberto Mathies Hill cuando este decide visitar el centro comercial Galerías? ¿Por qué los hijos tiene que cargar con los crímenes de los padres? ¿Por qué mataron a mi amiga Svetlana cuando yo había soñado que ese día la vería en la tortillería, con su hermosa cabellera negra y su vaporosa sonrisa de ángel quezalteco? ¿Por qué la única vez que jugué de defensa quedé campeón goleador? ¿Y por qué fue esa la única vez que no dieron trofeo para el campeón goleador?
Ciertamente no estamos hechos para la justicia. Estamos condenados a padecer por lo que no hicimos, por lo que no sabemos, por lo que no entendemos.
Lo mejor es tratar de vivir en paz con el universo, en apasionado maridazgo con los versos y no consumir alimentos grasos.
No se olviden nunca que, como reza la sabiduría popular, «en el pecado está la penitencia». Siempre. Esa es justicia y no cinco de yuca.